SOBRE LAS REFORMAS DEL MINISTRO WERT

  Decía el poeta griego Sófocles que existen muchas maravillas en el mundo pero nada es más maravilloso que el hombre. Buen ejemplo de ello son los maravillosos gobernantes que nos ha traído el PP tras su abrumadora victoria en las pasadas elecciones generales y autonómicas y los recortes que han impuesto a golpe de decreto, entre otros aspectos, en educación, promovidos por el ministro del ramo, José Antonio Wert, cuyo nombre da título a este artículo parafraseando versos del Romancero Gitano de García Lorca. Con el objetivo de sanear las entidades bancarias que, como Bankia, han sido mal gestionadas por cargos del PP (Rato huyó antes de la quema), el Sr. Wert se ha decidido a meter la tijera en educación siguiendo los sabios consejos de otra maravilla del PP, Esperanza Aguirre. Se habla de eliminar los centros de profesores cuyo personal, dicho sea de paso, se elige a dedo por parte de la administración educativa regional, en este caso del PP. En el centro de profesores de Yecla, por ejemplo, fue colocada la esposa del antiguo jefe de estudios del IES J. L. Castillo Puche, Emilio Pina Coronado. Pero la peor parte se la llevan los profesores. Primero, el Sr. Wert prohibió a las comunidades autónomas la convocatoria de oposiciones docentes como preludio a su siniestro y maravilloso plan: aumentar las horas lectivas del profesorado para eliminar funcionarios, casi todos interinos, plan que no tendría efecto si se convocaban oposiciones y se abría la puerta a más funcionarios. Sin embargo, en nada afectan los recortes al cuerpo de inspectores de educación, verdaderos dioses del Olimpo cuya función en el sistema educativo no es bien conocida por el ciudadano de a pie: ¿para qué sirve un inspector? Uno puede pasarse a cualquier hora de la mañana por el bar Maribel “El Loren”, situado junto a la Consejería de Educación, donde seguro encontrará a algún inspector en su interminable pausa para el café o echando un cigarrillo en la puerta, de cháchara con algún colega, pegado al móvil. Un personaje que encarna a la perfección este cargo en la Región de Murcia es Jesús Gómez Gómez, ascendido misteriosamente a inspector interino tras la victoria electoral de Valcárcel en 2001, obsesionado con suspender en sus funciones al profesor que cuestione su honorabilidad en la prensa, como ha demostrado hace poco en Yecla, cuando suspendió en sus funciones a un profesor para colocar en su puesto al hijo de una profesora jubilada, más afín a su ideología. En resumen, la situación que se vive en la actualidad es similar a la España de la Constitución gaditana 1812, cuando el pueblo deseaba la vuelta del rey Fernando VII, al que llamaban ‘el deseado’, que luego resultó ser uno de los peores gobernantes de la nación.